Entre Utopía o Distopía
Ludwig Alain
Zaragoza Álvarez
Existen distintos medios de
expresión en los cuales somos observadores y artistas, al mismo tiempo. El
análisis e investigación de un musulmán indonesio partirá de lo que en su vida
ha recibido como educación, de lo que los medios de comunicación transmitieron
en un momento histórico y lo que se traduce en la posterior historia de un
pueblo, una nación. Aquellos jóvenes artistas de los 80, nacidos baby boomers
de los 60, traducen el relato no contado de la experiencia asiática, un
continente reconfigurado después de la descolonización del mundo tras la
segunda guerra mundial y en la que la historia corre lejana a la perspectiva
real.
Desde un primer acercamiento en
la escuela conocimos los pueblos que habitan el gran continente asiático y nos
dimos cuenta vagamente de la importancia de su forma de vida, sus estudios, su
conocimiento. Quizá lo más cercano a un relato básico de lo que es la antigua
indochina francesa o el antiguo imperio japonés es que ahora son libres, pero
que tan bien entendemos la libertad es el punto a tratar desde esta perspectiva
artístico-analítica.
Gridthiya Gaweewong, la curadora
de la exposición Utopía o Distopía, mostrada en el modernista museo
universitario de arte contemporáneo, expuso durante una entrevista televisada
por TVUNAM espera este proyecto fuera “la ventana de un acercamiento del otro
lado del mundo con ustedes, con Asia”[1].
Y es correcto su comentario pues la lejanía dispuesta por los medios de
comunicación en México y Latinoamérica necesitan diversificar sus
condicionantes occidentales y todos aquellos patrones de consumo sumidos en una
sola región o dos del mundo: europa y estados unidos. La cercanía con Asia debe
crecer y fortalecerse para entender el mundo de una forma verdaderamente
global.
Entender al
mundo globalmente es entender los niveles de pobreza y riqueza, el lastre en
educación, la ausencia de seguridad, en fin, los objetivos del milenio
potenciados en sus resultados reales a la fecha. Cuando te paseas por el mundo
vía películas occidentales sueles terminar protestando solamente por el
terrorismo y el autoritarismo chino y rezando por la democracia. Si Hollywood
tiene el control sobre ti (no quiere decir que no reconozca directores y
películas excelentes occidentales; Tarantino, Steven Spielberg, etc.) entonces
tu comprendes el mundo de Disney, el mundo de los sueños, hasta los niños de
Somalia, y te compadeces sin ni siquiera entender porqué o qué estas haciendo
por ellos (o los de la esquina de la calle más cercana a tu casa).
Esa
ignorancia que impera aún en muchos y muy diversos temas del mundo en muchos de
nosotros, jóvenes integrados en esta “aldea global” puede ser alimentada y
erradicada solo si estos lazos de culturas nos explican su know-how, su
cultural heritage, su way of life. Para que finalmente estos tres conceptos
anteriores no suenen a negocios, Jefferson y libertad, sino que desciendan de
un enfoque estático hasta uno dinámico en su interacción real con la sociedad
asiática con superviviencia, politeísmos y libertades limitadas.
Caminar por los
murales realizados para Utopía o Distopía es revivir a Orozco en los murales del
Hospicio Cabañas aunque en este segundo cambia la historia según el ángulo de
inclinación y posición del observador. Para Gridthiya Gaweewong esta
inclinación de la posición del observador debe ser tan importante pues
solamente así conoce la verdad del retrato y de lo que se busca detrás, pero no
crea como Orozco un telón multidimensional pero si uno multi-real. Ciento de
miles de periódicos repartidos día a día en las calles de Tahrir, Berna, Moscú,
la ciudad de México, y miles de palabras transitando los amaneceres y
anocheceres del mundo, según tu posición. Pero todos vemos lo que en verdad es
esa noticia detrás?
Entras a la sala de las vidas en múltiples lugares de Asia. Hay soledad,
hay mucha luz y mucha energía. De donde la obtienen? Quienes la gozan?
Fábricas, motocicletas y un sindicato de motociclistas apoyando al candidato
político. Circulos de miseria, publicidad por montones, basura y contaminación.
Me recuerda a los olvidados de la plaza del Sol en España. Y es que no es sólo
la emoción de vivirlo sino estar destinado a permitirlo, esa creo que es la
intención de la autora en recomponer una tonelada de imágenes y sensaciones
para caminar por lo marginado, aquél lugar donde ya no cabe la gente ni en sus
pensamientos, en la intersección del desastre.
Y cuando ese espacio habitable
es tan susceptible de cualquier desastre el valor de la supervivencia seduce y
obliga a todos sus habitantes a exigir y modificar sus modos de vida. Los
turistas no se acercan a los lugares peligrosos en el foco de actos
terroristas, tendríamos que definir también el concepto de terrorismo. Que los
turistas se alejen de esas poblaciones es totalmente lógico como también es
lógica la falta de información sobre lo que viven en esos lugares. Las
alternativas que enfrentamos es que la sociedad en conjunto los traiga al
debate, a las exposiciones en museos del mundo, a las presentaciones de nuevos
libros, etc. Que tan poco o mucho nos acerquemos a la región Asiática así como
de otras regiones habrán de construir la paridad de opiniones acerca del mundo
en que vivimos realmente.
En el mismo proyecto de
acercamiento creo que los medios de comunicación y sus comunicólogos suscriben
una responsabilidad todos los días frente a la propagación del pensamiento
realista no emocional, no homogéneo y si muy analítico desde las diferentes
perspectivas del objeto de estudio. Si artistas y medios trabajan juntos las
miles de palabras que no se puedan expresar por miedos circulares a la
seguridad social se plasmarán en los óleos, pinturas y esculturas de los
artistas contemporáneos que buscan pulir el arte conceptual como arma cargada
para el futuro.
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