El Termómetro de Uranio.

Hacía ya días que el termómetro  se creía reloj. Daba la hora de escuchar, la hora de hablar, la hora de observar y la hora de callar. En función de los logros del termómetro los dioses codificaron el primer sistema de aprendizaje humano conocido como educación. Los primeros y más audaces guerreros sabían que la única forma de vestirse del poder total era a través de la posesión del mercurio, columna sustancial del termómetro. Por disposición del gran jefe, toda la tribu debía utilizar los collares-termómetros, que medían la satisfacción individual de cada ente andante, o eso hacía creer a la gente. Entonces, cada vez que su administración era deficiente y los termómetros se congelaban en números deprimentes, el gran jefe mandaba a su séquito en las noches para que con frazadas calientes se recuperase la situación de estabilidad, y con ella, la credibilidad del líder en turno.

En la cúspide del poder se generaron oficios. El problema fue que cada quien armo su feudo científico del mercurio. Los economistas le atribuyeron el poder a la libre circulación del mismo entre esferas sociales de bastante poder adquisitivo. Los sociólogos hablaron de un paradigma social aferrado e inmaterial, los políticos ni sostuvieron algo en común, se formaron en dos bloques y propusieron fuero político al termómetro.

Así fue como comenzó la búsqueda de otro material que midiese el poder en el Mundo. El resultado fue simple, y le tomó a una élite de científicos descubrirlo a través de fisión. Ya no había dioses capaces de decidir ni humanos capaces de pensar. La creatividad del termómetro se lleno ahora con Uranio, de venta en toda publicación actual en el Mundo pero restringida a países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, verbigracia, alguno que otro doctor honoris causa o militar perdido aún en la guerra fría.

El termómetro de Uranio se propagó cual ántrax, el fomento a la amistad fraternal entre Estados poseedores de este elemento radioactivo creció y se buscará muy pronto hacer equipos de soccer de cada grupo de socios para que, como en la FIFA, se promueva la paz y cooperación internacional, contenida en la Carta de Naciones Unidas.

Magnum Photos. Paolo Pellegrin. Security Council NY 2005.

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